La La Land: ¿eso dónde lo he visto?

Por Alessia Bollani 

Si no has vivido escondido en tu cuarto escuchando los Pixxies durante los últimos meses, es probable que hayas oído hablar de esta película. Si por alguna extraña razón no tienes  idea que lo que estoy hablando, déjame explicarte.

La La Land es un drama/romcom/musical dirigida por Damián Chazelle. Trata sobre dos artistas desubicados, ella actriz y él músico, que a pesar de toda su esfuerzo no logran el éxito que tanto desean. Sorpresa sorpresa, se enamoran. Y bailan. Y cantan. Y te conquistan.

Conquistaron a todo el mundo, de hecho. Desde el primer día de estreno la crítica ha adorado la película, tanto por actores como por la música y fotografía. Lleva actualmente varios premios en su bolsillo, entre estos 7 Golden Globes y 14 nominaciones a los premios de la Academia.

Pero el verdadero protagonista aquí es la intertextualidad. La La Land es descrita por su director como una película nostálgica o “una carta de amor al cine”. Esto se aprecia en cada escena de la película. No hay encuadre casual, todo es inspirado en alguna de esas historias inmortales de cine “mid century”.

No quisiera arruinar el final pero no, ellos no terminan juntos. Tal vez esto nos alegra un poco porque justo este rumbo de los personajes nos regala uno de los finales más visualmente inolvidables de los últimos años. El final, donde Mia (la protagonista) termina con el hombre equivocado, nos mata un poco por dentro pero representa el ápice de intertextualidad que todo está historia engloba. Vamos paso por paso por la secuencia final y no podemos evitar ese sentido de deja-vú porque esas escenas las hemos visto todas en Fox Classics y los folletos de Cine Buap. Moulin Rouge, Cantando bajo la lluvia, Una Americana en París, Shall We Dance. Ahí están todas, idénticas.

Ahora, he ahí un pequeño problema. ¿Hasta donde podemos utilizar el pretexto de intertextualidad o “inspiración” sin caer el plagio?

Es un tema hablado hasta la náusea, la incapacidad moderna de crear en vez de copiar, creo que La La Land es el perfecto ejemplo. No logro entender si esta película globalmente aclamada es una obra maestra o en realidad una miscelánea bien editada de ideas originales preexistentes.

Esto me confunde y me enoja al mismo tiempo. Hay un poco de nostalgia en todos nosotros pero ¿deberíamos basarnos sólo en los antiguos éxitos para lograr los nuestros? Quiero creer que aún hay esperanza para nuestra generación, que aún podemos crear y descubrir y maravillarnos con conceptos sólo nuestros. Dejar de justificarnos con los recuerdos y los “mejores tiempos”. Yo aún creo en los soñadores.